27 jul 2007

Una catarata de carcajadas - Estreno


La primera broma tiene como víctima al propio espectador. Antes de los créditos se proyecta un corto de Itchy y Scratchy, los violentos dibujos que tanto divierten a Bart y Lisa Simpson. De pronto la proyección se detiene, el espectador descubre que la familia Simpson está en un cine, y Homero protesta: "¿Qué sentido tiene pagar una entrada para ver algo que podemos ver gratis en la televisión?". Homero mira hacia la cámara, señala con el dedo al espectador, y agrega, casi amenazante: "¡Y eso lo incluye a usted!"

El equipo de producción se está curando en salud, claro: era todo un riesgo convertir en un largo a una de las series animadas de televisión más exitosas de la historia. Que el filme sea realmente todo un logro es el primer, considerable mérito a colocar en el haber del equipo capitaneado por James L. Brooks y Matt Groening.

El filme tiene todo lo que el aficionado espera: realmente los Simpson están en la pantalla, con una estética que se aleja muy poco del original y un humor que combina sabiamente la inteligencia, el sarcasmo, el comentario social y una dosis de acción física. Cada uno de los personajes se comporta como corresponde (Lisa lucha por el medio ambiente, Homero sigue siendo un perfecto estúpido, Bart un irresponsable con ocasionales escrúpulos morales, Madge una torre de sensatez, el señor Burns un absoluto miserable), y los blancos son el prejuicio pueblerino, la incorrección política y los republicanos. Pero el guión se las arregla para que haya el suficiente número de sorpresas y vueltas de tuerca como para mantener el interés durante una duración que triplica la de un capítulo normal de la televisión.

Se requirió de once libretistas, todos ellos veteranos de la serie, para escribir un material capaz de sostenerse durante esa hora y media. Lo lograron. Animación a un lado, esta película de los Simpson exhibe una virtud infrecuente en el cine contemporáneo: es una comedia inteligente (con la inteligencia de la modernidad, sin el cinismo infantil de la postmodernidad), que no subestima a su espectador adulto y que puede ser vista con un niño al lado. Si el termómetro para un buen filme cómico es la cantidad de risas que llenan el cine, éste es muy bueno: no provoca sonrisas sino auténticas carcajadas.

En lo personal me encantan los Simpson y mi hija llora por verlos antes que ningun otro dibujo animado, claro que a veces le tengo que cambiar de canal porque se torna muy violento para su edad, solo tiene tres años; de todas formas es un dibujo para adultos.-


Extraido del Diario EL Pais




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